La vivienda es el espacio donde encontramos privacidad y desarrollamos una parte importante de las actividades de nuestro quehacer cotidiano. En contraste con esto, en las últimas décadas en España la vivienda se ha convertido en el principal motor especulativo de la economía, y ha dejado de atender en gran medida su función social de generar hábitat digno a la ciudadanía. Sería necesario revisar el paradigma en el que se concibe la vivienda, para entenderla no tanto como un objeto que se termina en un momento determinado, sino como un proceso que va transformándose y adoptando diferentes configuraciones espaciales a lo largo del tiempo. Flexibilidad espacial, la participación y organización del usuario y la gestión de la misma pueden ser estrategias de flexibilidad y diseño tipológico que permitan la adaptación de la vivienda a las necesidades cambiantes de las personas, posibilitando su personalización, interacción y participación a lo largo de la vida útil de esta.